martes, 24 de julio de 2012

Cuando elegir no es la mejor opción

Vuelves, otra vez. No entiendo para que, sólo agradezco no tenerte delante. No te tengo miedo y sin embargo tendría que evitarte la mirada. Porqué si hacerme daño y mentirme era lo último que querías, empezaste mal. Yo también sé que me hundo en mares calmados; pero lo hago sola, no arrastro a nadie, no dejo a alguien ya hundido dos metros más abajo. Y mira que te lo repetí veces. A poco que me hayas conocido sabrás que no puedes saltar de alegría ni ponerte las manos en la cabeza con una sonrisa gloriosa. Que aunque te haya dicho que si, no cruzarás la puerta. Sólo lo hubieras conseguido si no  hubiera podido permanecer callada tanto tiempo, si te hubiera querido de verdad y hubiera tenido que salir a buscarte yo por preferirte a mi lado aún sabiendo que estoy en un segundo plano. Pero fue fácil; si tienes espacio para más de uno y te dejas recorrer en doble dirección, no esperes encontrarme a la vuelta. Porque ni me molesta que esta vez seas tu la que llega tarde. Y creete, que aunque sólo yo había contado todas tus pestañas cuando otras te miraban, esta vez prefiero no verte, a tener que aguantarte la mirada.

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