miércoles, 25 de abril de 2012

Lo que no viste

Mi dedo pulsando un ático. Yo fingiendo tan mal como siempre el miedo. Esperando que rezar sirva de algo y me abras la puerta.
Deseo que el ascensor me deje hasta tu cama porque no voy a saber andar por ese maldito pasillo largo, en el que me convierto en un material endeble incapaz de pisar el mismo suelo que tú. Puedes darte la vuelta y marcharte, pienso. Pero ya he escuchado tu voz y siento como se me aflojan las rodillas. La aorta vuelve a latir sangre y el veneno lo fulminaste cuando te vi sonreír.
Desacreditas cada uno de mis noes con solo rozarme y yo aun no te he dicho ni hola; como si cada centímetro de mi piel pegada a la tuya tuviera otro nombre. Te veo anochecer así;  en dos colores, sin contrastes, perfilada y tu hombro izquierdo a la intemperie. Y de fondo, todo ese ruido que hacen la verdad y el tiempo cuando se juntan para cerrar la última puerta.

sábado, 14 de abril de 2012

Manta naranja

Yo, igual que ellos, tampoco sé que hago en el sofá de tu casa tapada con una manta naranja que quisiera solo para mi y comparto con demasiados invitados. Esta vez te observo desde atrás. Oigo un mi, un re, y tu voz que intenta hacerme creer que mi presencia aquí es capaz de invocar hechos extraordinarios pero no lo consigues. No lo harías ni que fuera cierto.
Me das agua para beber mientras sonríes de pie cómo si hubieras hecho esto mil veces antes; y yo a pesar de que lo sé, querer echar el ancla en tu comedor.
Pedir por favor que tengas la capacidad de leerme la mente para que me abraces pero solo me pasas una botella con mi nombre y vas a vestirte.
Hago fuerza ciega para intentar que me digas lo que no sé si quiero escuchar. La misma palabra mía que se quedo en la puerta de tu ascensor para salvarme de esta guerra fría. Por si el juego te sale bien y encontré quién me venza por primera vez.

viernes, 13 de abril de 2012

Que vuelvas pronto

En el fondo estamos las dos. Sé que soy el azul en tus cuadros. Te echo de menos y estoy triste pero no voy a interrumpirte las vacaciones. Haré lo mismo que harías por mí; sacarme la última bala sola.
Lo único que te pido es que vuelvas pronto, cómo lo hiciste antes para decirme que el sol brilla para quién quiera verlo. Para recordarme que no hay canciones malditas ni lágrimas saladas ni abismos imposibles. Para pedirme que por favor lo intente, porque siempre, siempre, vale la pena.
Quiero volver a verte desde la oscuridad de mis sábados y que me cuentes lo que podemos hacer las noches que no hay luna y llueve. Que me traigas un saco y medio de la calma que a ti te sobra y yo busco cada vez que doblo una esquina.
Que me llames puta a la cara porque sabes de antemano que nos vamos a reír.
Aunque al final decidas que vienes para recordarme los moretones, los que no veo y no por ello dejan de existir. Los que se están borrando, los que supuran.  Para que me enseñes lo que duele y lo que ella quiere, que casi siempre acaba por coincidir. Y me confundas tanto otra vez,  que no sepa si quiero huir, echarte o que simplemente me abraces.